Hoy, en “Un café con”,
quiero presentaros a Vanesa. Vanesa es madre de una peque de 28 meses que se pasó los
primeros 8 meses de vida escuchando sólo castellano. Entonces, inspirada por el
discurso de Patricia Kühl en TED sobre la genialidad lingüística
de los bebés, empezó la aventura bilingüe de esta familia.
- Vanesa, en primer lugar,
bienvenida y muchas gracias por dedicarnos un rato. Para empezar, cuéntanos un
poco. ¿Por
qué empezaste a educar a tu hija en varios idiomas?
Desde que era niña, siempre me ha atraído poder comunicarme en distintos idiomas. Me han servido para desenvolverme en distintas situaciones y para disfrutar de momentos con personas que nunca habría conocido de no haber aprendido otros idiomas además de mi lengua materna. Así que transmitirle esa habilidad a mi niña era algo natural que tenía que pasar, antes o después.
Cuando sentí que llegaba el momento de introducir otros idiomas en casa, lo primero que hice fue consultar con los familiares más próximos, puesto que iba a requerir su participación. Desde el minuto cero, todos se volcaron conmigo. Mi marido habla tres idiomas con la fluidez de un nativo, así que no me hizo falta explicarle por qué quería ayudar a nuestra hija a crecer y desarrollarse igualmente en un ambiente multilingüe; generalmente, él habla con la peque en persa, que es la lengua de su país de nacimiento. Mis padres, que sólo hablan castellano, también me animaron a hablar con ella en inglés sin dudarlo un segundo. Ellos me han visto a mí estudiar idiomas extranjeros durante años y también han visto la naturalidad con que se expresa su yerno políglota, que ha absorbido tres idiomas de su entorno sin tener que estudiarlos.
Todo el conocimiento lingüístico que la niña absorbe jugando ahora, mientras es bebé, son horas que no tendrá que dedicar a estudiar idiomas en el futuro y tiempo que podrá disfrutar realizando sus actividades preferidas, ya sean artísticas, deportivas…
- A mí en particular me
parece muy interesante la elección de idiomas que has hecho para educar a tu
hija. ¿Qué criterios has utilizado para elegirlos? En el caso del inglés y el
persa, el motivo es claro pero, ¿por qué el chino?
Me pareció importante aprovechar la capacidad que tienen los bebés de apreciar las diferencias fonéticas más sutiles y adquirir cualquier idioma del mundo. Al tener un buen dominio del castellano y el inglés, si el día de mañana ella quisiese estudiar otra lengua romance o germánica, sé que esto le resultaría más fácil que aprender una lengua más lejana. Y, en el caso del francés o el alemán, yo siempre podría ayudarla personalmente.
Así que pensé que sería mejor que pudiera aprender desde bebé una lengua más lejana que las citadas pero, lógicamente, tenía que ser para darle una utilidad, por lo que quería que estuviese entre las más habladas y utilizadas en internet. Estas vienen a ser el chino mandarín, el japonés, el árabe y el ruso. De las cuatro, elegí el chino porque:
1º. Es el idioma más hablado y es bastante accesible: es fácil encontrar profesores de chino e incluso entablar amistad con familias chinas que educan a sus hijos en España.
2º. La economía china ha venido creciendo a un ritmo vertiginoso y, aunque su crecimiento se desacelera, China es la economía emergente más importante.
3º. Siento admiración por la cultura china del esfuerzo, la humildad, el respeto, la hospitalidad…al margen de que se trata de una de las civilizaciones más antiguas que existen, interesante y hermosa por su arte, su historia, su filosofía, su mitología, su gastronomía, sus tradiciones… Incluso han sabido preservar el legado milenario de su medicina tradicional.
4º. Aprender chino desde bebé ejercita la mente reforzando conexiones con otras áreas diferentes del cerebro que no se activan al hablar español o inglés. Esto se debe a que el chino es una lengua “tonal”: hablar chino requiere aprender a distinguir, no sólo los fonemas, sino también los diferentes "tonos" de cada palabra, que son imprescindibles para la comunicación, ya que el significado de cada palabra varía en función del tono utilizado. Para entendernos, en el caso de las lenguas entonativas, como el español o el inglés, las variaciones de entonación alteran el sentido de la oración, pero no el significado de las palabras.
En definitiva, el chino, el inglés y el español son los tres idiomas más utilizados del mundo y, con esta combinación, uno puede desenvolverse casi en cualquier rincón del planeta, conocer a muchas personas interesantes y dedicarse a hacer lo que más le guste allí donde vaya.
- Una de las principales
ventajas de adquirir diferentes idiomas desde bebés es el desarrollo cognitivo
que los niños pueden alcanzar. ¿Qué opinas sobre este tema? ¿Has podido
experimentar esta ventaja ya en tu hija?
Supongo que te refieres a un estudio publicado recientemente por el Institute for Learning & Brain Sciences (I-LABS) de la Universidad de Washington, en el que se revela que la diferencia en la actividad cerebral relacionada con el bilingüismo se puede observar en las áreas relacionadas con la función ejecutiva del cerebro ya a los once meses de edad, antes de que los niños empiecen a hablar; lo que sugiere que “el bilingüismo no solo influye en el desarrollo del lenguaje, sino también en el desarrollo cognitivo general”.
Con respecto al desarrollo cognitivo de mi pequeña, sólo puedo comentar algunos aspectos que he observado y me han llamado la atención, por ejemplo:- como era de esperar, intuye el significado palabras nuevas aplicando conocimientos de otros idiomas- con su vocabulario limitado de bebé, es capaz de explicar causas y efectos, es decir, por qué ocurren ciertas cosas- pero también he notado algo que me ha sorprendido mucho y es que es capaz de aplicar conocimientos previos en nuevos contextos para resolver un problema, sin que nadie se lo haya explicado antes
- ¿Qué otros beneficios
consideras que aporta el multilingüismo en la infancia?
El bilingüismo y el multilingüismo favorecen el nivel de atención de los niños, porque su mente se acostumbra a concentrarse para poder comprender. También mejoran la observación de los detalles y el lenguaje corporal. Todo este entrenamiento se transforma en excelentes habilidades de comunicación: el tiempo de razonamiento y el esfuerzo mental se reducen y la expresión oral es más rápida, ágil, fluida… Dominar varios idiomas también facilita el aprendizaje de nuevos idiomas.
- ¿Qué diferencia
consideras que hay entre transmitirles varios idiomas desde bebés o empezar a
hacerlo más tarde?
Los bebés que viven en entornos bilingües pueden adquirir dos lenguas maternas en paralelo de forma natural e “inconsciente”. También pueden tener una lengua materna y empezar a adquirir a edad temprana una segunda lengua. Ambas aproximaciones facilitan una correcta conciencia fonológica, esto es, la capacidad de distinguir un sonido de otro. También les permiten asimilar ambas gramáticas como árboles, más o menos robustos, pero con raíces propias.
Por contra, cuanto más se retrasa la introducción del segundo idioma, más esfuerzo les cuesta a los niños diferenciar los sonidos no presentes en su lengua materna. La gramática del segundo idioma comienza a desarrollarse como una rama del árbol existente; es decir, para expresarse en el segundo idioma, primero piensan en su idioma materno y luego traducen. Ya no podemos hablar de adquisición del idioma, sino de aprendizaje “consciente”. No obstante, la plasticidad cerebral permite que esta situación se pueda llegar a invertir, por ejemplo: si la persona es joven, se ve inmersa en el segundo idioma por un cambio de residencia y deja de practicar su lengua materna de forma habitual, la rama del segundo idioma se fortalece y acaba ensombreciendo el árbol de su lengua materna.
Además de las diferencias anteriores entre adquirir o aprender el idioma a distintas edades, cabe comentar acerca de los intereses o motivaciones del niño. Los bebés tienen un interés innato por adquirir los lenguajes de su entorno porque se sirven de ellos para descubrir el mundo en el que viven y adaptarse a él. Pasados unos años, los niños ya se han adaptado a su entorno, por lo que hablar un idioma adicional no es una necesidad vital y la única motivación es la de aprender el nuevo idioma en sí, que es mucho menos interesante. Sin embargo, la motivación de adaptación reaparece en los niños, como si fueran bebés, cuando cambian de país: “enmudecen” durante unos meses, mientras escuchan y adquieren el nuevo idioma, hasta que un día empiezan a hablar.
- Como comentábamos antes,
vuestra hija se está educando en idiomas con raíces muy diferentes. Entiendo
que esto debe implicar un gran esfuerzo, quizás más que para ella, para
vosotros, a la hora de enseñarle a leer, a escribir, matemáticas etc. ¿Cómo
planteáis esta problemática en vuestro caso?
Que aprenda a leer y escribir en español e inglés, no lo veo un reto complicado; todos los niños acaban aprendiendo y existen formas de hacerlo divertido. Me gustaría que aprendiese a escribir en persa con su padre. Es un alfabeto bastante sencillo, que además comparte muchos caracteres con el árabe y le puede venir bien en el futuro desde el punto de vista tanto personal como profesional. No sé, quizás es sólo una idea un tanto “romántica”.
En cuanto a la escritura china, en primer lugar tendría que aprender pinyin, el sistema de transcripción fonética del chino mandarín que utiliza el alfabeto latino. Tampoco creo que esto le costase demasiado, se podría introducir una vez que se haya afianzado como lectora en castellano e inglés. Ahora bien, aprender los caracteres chinos simplificados sí supone un gran reto, ya que tendría que memorizar un mínimo de tres o cuatro mil caracteres. Así que ya iremos viendo… si ella muestra interés, buscaremos fórmulas para ayudarla; si no le interesa, en ningún caso voy a presionarla. Prefiero animarla a desarrollar su talento en el terreno donde ella se sienta más motivada.
La cuestión de las matemáticas da para otro libro. Probablemente, nos apoyaremos mucho en las matemáticas visuales, que son más fáciles de comprender para los niños que los conceptos abstractos.
(continuará..)
Podéis leer la segunda parte de esta entrevista en Un café con Vanesa (2ª parte).
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