¡Os dejo con él!
A muchos nos habrá pasado que
después de descender por un tobogán acuático, cuando llegas al agua, no sabes
realmente si estás cabeza abajo o arriba, y tardas un rato en conseguir
orientarte.
Cuando nace tu primer primer
hijo, creo que sucede lo mismo. Tardas un buen rato en saber en que posición
has quedado respecto al mundo. No porque sucedan cosas fuera lo común, que no
hayan sucedido antes. Simplemente porque te encuentras que todo el orden conocido
de las cosas ha cambiado.
Y de repente te pasas el día
preguntándote si lo que has hecho está bien, o si lo que vas a hacer lo estás
sabiendo enfocar (en mi caso debo confesar que no tengo ni idea como se podrían
criar niños antes de Google).
Así que cuando la madre de los peques
me planteó si creía que sería buena idea educar al mayor en inglés, creo que ni
reflexioné en ello. El niño todavía no hablaba y dado que teníamos diversos problemas
más acuciantes, no me pareció lo más urgente. Debo reconocer que no me parecía
mal, teniendo claro que aprender diversos idiomas desde niño es un regalo de
valor incalculable. Cualquiera que haya tenido la suerte de tener dos idiomas
maternos lo puede confirmar. Pero si he de ser sincero, creo que apenas me paré
a pensar en esa propuesta.
Así que cuando empezó a hablarle
en inglés, y dado que yo le hablaba en gallego, el asunto fue bastante natural.
Sí debo confesar que en varios momentos tuve dudas. Conocía también casos de
niños con problemas en su desarrollo lingüístico y como todo lo que ha de venir
en los niños, el miedo es un motor muy poderoso que en muchos casos te
recomienda no arriesgarte.
Pero la verdad, según pasaba el
tiempo, el niño se soltaba a hablar de una forma bastante ágil, con bastante
destreza, y eso hizo que dejáramos de preocuparnos.
Con 2 años conocía muchas
palabras en inglés y las utilizaba. Aun así era complicado evaluar si realmente
estaba funcionando, si diferenciaba los idiomas, o si simplemente utilizaba
palabras en uno u otro al azar según lo que le resultara más cómodo u obvio.
Pero el verano antes de cumplir 3
años trajimos, como el anterior, una au pair, y en ese momento sucedió lo
extraordinario. No fue sólo que pudiese hablar en inglés, sino que era capaz de
desarrollar diálogos. Quizás no al mismo nivel que en castellano, pero bastante
similar. Simplemente, hasta ese momento no lo había necesitado y no lo había
utilizado de la misma forma.
Y fue realmente impactante.
Cambiaba de un idioma a otros como si fuese sólo cuestión de pulsar un
interruptor mental. Debo reconocer que fue uno de los días más sorprendentes de
mi vida, y que me sentí realmente orgulloso de él y de los esfuerzos de su madre.
A partir de ese momento,
evoluciona en paralelo en ambos idiomas de forma bastante natural. En
castellano tiene bastante más riqueza de vocabulario, pero parece lógico ya que
su exposición al idioma es mucho más extensa y continua. Pero al mismo tiempo en
inglés puede sostener conversaciones con nativos durante todo el tiempo que
quiera, incluso horas, a un nivel bastante alto.
Así, unos años después, cuando él
ya cumple 5, lo extraordinario ya es ordinario (con 3 niños en casa, no será
por falta de práctica). También el idioma. El mayor habla inglés cuando quiere
o cuando lo necesita. El mediano lo entiende perfectamente, ya dice algunas
palabras y, sabemos que un día, cuando lo necesite, lo hablará. Y el pequeño
aún tiene 6 meses. Seguramente está al acecho.
Pero ya a nadie de nuestro
entorno le sorprende. Se ha constituido en cotidiano...e incluso me parecía
algo extraño escribir este post sobre algo que es tan rutinario en nuestra casa
como puede ser lavar las manos antes de comer (e incluso más sencillo que
conseguir eso con los niños).
¿Y qué ha cambiado? Curiosamente,
todos aquellos que se oponían, o que no les gustaba para nada lo que ellos
llamaban experimento (en algunos casos los esfuerzos para convencernos de no
continuar eran bastante intensos), ahora explican orgullosos como el niño habla
inglés, a un nivel que sonrojaría a la mayoría de los teóricos cv´s con inglés
intermedio-alto.
Y posiblemente este sea el mayor
germen de dudas en un proyecto como este, porque la relación entre los niños y
los padres fluye de manera absolutamente natural, es un ecosistema en el que el
idioma no establece ningún tipo de condicionante a ningún nivel, pero fuera de
este núcleo, y siendo un rasgo educativo imposible de ocultar ya que lo tienes
que desarrollar a todas horas y en todos los lugares (no es como si al niño le
enseñas ballet, piano o ajedrez, que no se evidencia de ninguna forma en el día
a día), todo el entorno lo juzgará con un sorprendente bagaje pedagógico, en
ocasiones incluso con una dureza absolutamente desproporcionada. Posiblemente
este sea el factor más complejo de manejar, sobre todo para la persona que
lleva el papel de angloparlante...
¿e galego? La verdad es que
apenas...pues he descubierto que el no lo habla, pero sí todos sus peluches,
cuando jugamos a crear historias con ellos. Y sé que los peluches acabarán
enseñándoselo 😊
Bonito testimonio de trabajo, entrega y dedicación de crianza de tres niños con tres idiomas, todo un logro. Mi enhorabuena y gracias por motivar y animar con este ejemplo a los demás. La lectura una gran compañera de ayuda en este camino. Educar en idiomas, también creo que es todo un logro mental de desarrollo, para abrirnos a un mundo más abierto, clutural y global y aprender a apreciar la riqueza de los lenguajes y sus gentes desde el más global al más pequeño.
ResponderEliminarMuchas gracias!!!
EliminarQué post más especial! Me he emocionado, os lo aseguro. 1 beso enorme, enhorabuena por vuestros logros y por tener una familia tan bonita y sencilla. Que os sepa a Gloria el descanso!!! Merecido lo tenéis ♥️
ResponderEliminarFelices Fiestas Yesika!!
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